La Reserva de la Biosfera, «Mariposa Monarca» se localiza al oriente del estado de Michoacán en los límites con el poniente del estado de México; abarca los municipios de Temascalcingo, San Felipe del Progreso, Donato Guerra y Zitácuaro.
Luz tenue, humedad, viento sosegado, bosques de abetos y oyameles. Eso llegan buscando cada año las mariposas monarca. Son las peregrinas anaranjadas que vienen de lejos, y se instalan exhaustas. En su viaje reside la continuidad de su especie, lo saben, llevan tatuado ese conocimiento en las alas y en las líneas negras que las adornan. Aparecen al final de octubre las primeras colonias y antes de que llegue abril ya habrán emprendido el camino de regreso al norte.
Los Santuarios de la Monarca, considerados entre las cuatro bellezas naturales reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en suelo nacional, se encuentran en el linde entre Michoacán y el Estado de México. Se vuelven nubes o árboles, se estiran en ramas. Y brillan, se iluminan con los rayos que del sol caen, como si supieran que su vida es un espectáculo al que los humanos asistimos con la boca abierta. Para viajar no es necesario llevar mucho dinero. Una ruta accesible es llegar a algún poblado cercano como Maravatío, de allí se camina aproximadamente media hora hacia Angangueo y después unos 20 minutos de terracería para llegar hasta el cerro. Cerca se encuentra el santuario El Rosario, con un costo de entrada de 35 pesos. Febrero y marzo son más recomendables para visitar el santuario, ya que las mariposas comienzan a despertar de su hibernación y el espectáculo del vuelo y movimiento es maravilloso.
Si decide visitar la reserva especial de la monarca, tome en cuenta las siguientes consideraciones: no tirar basura, respetar los caminos indicados por los guías, no fumar ni prender fuego en la zona, no capturar o recolectar cualquier especie de fauna y flora silvestre, no ingerir alimentos ni bebidas dentro de la reserva, no tocar ni pisar a las mariposas. Y como dato adicional, le recomendamos escuchar el silencio, caminar sin hacer ruido para no despertar a las mariposas.